Uno con los años va aprendiendo a sostener y a cuidar lo que le importa, pero también a saber soltar y dejar fluir, a entender y aprender de los errores, convertirlos en maestros y saber que la vida siempre continúa. Nunca dejes de ser tu mismo, pero siempre buscando tu mejor versión. Mejor sonreír y valorar todo eso que tienes que sentirte mal por lo que no tienes. Si te paras un momento y miras a tu alrededor, hay un montón de cosas y de personas por las que merece la pena sonreír, luchar, valorar y agradecer cada día.