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domingo, 27 de diciembre de 2020

Mi meta para el 2021


 Está a punto de terminar el año, casi quedan unos días y este año sí, justo este año me di cuenta que el tamaño de los sueños que una tiene tiene que ser más grande de lo normal. Tan, tan grandes que nublen el desánimo, la rabia, la frustración, la tristeza, las ganas de tirar la toalla y de tirar todo por la borda y más allá.
   Me di cuenta de lo bonito que es resurgir cuando tocas fondo y no puedes hacer más, que ya no eres la misma que fuiste, pero mejor si cabe al poderte transformar.
  Que todo lo que pasa, para bien o para mal nos cambia y depende del cristal con el que lo queramos mirar. Que las cosas no pasan como queremos y las personas raramente actúan como esperamos, pero eso no significa que vaya mal.
  Dejaron de importarme tantas y tantas cosas que podría decir y no parar. Si ya antes no me importaban, este año sí que dejaron de hacerlo de una vez por fin ya. No me quita el sueño nada, ni me importa el qué dirán. No pierdo el tiempo con personas vacías, prefiero antes que eso la soledad.
 Está a punto de terminar el año y me di cuenta que tener sueños gigantescos haría que cuando estuviera en el suelo, quisiera levantarme para quererlos alcanzar, porque ellos, sólo ellos son el combustible que nos mueve en esta vida y aquello que se necesita para poder andar.
Patri G.