Llegamos a cierta edad, 40... 50... sentimos la plenitud de la vida (aunque algunos ya nos consideran fuera de edad). Es una edad en que nos sentimos jóvenes en vez de mayores... Es un estado de casi plenitud, con energía, con solidaridad... ya no renunciamos a los que nos hace sentir bien ni a aquello que nos falta por vivir... Aprendemos a levantarnos solas... aprendemos que no hay herida que no se cure con un abrazo... Aprendemos a sonreírle a aquellos que no nos valoraron... a vivir solas sin sentir las ausencias... a descubrir nuestra Divinidad... A cierta edad nos convertimos en seductoras, porque la experiencia nos ha develado los ocultos secretos de la seducción... Nos convertimos en exigentes amantes... en expertas conocedoras de lo que queremos y lo que NO... dispuestas por fin a pasar la página, a pensar un poco más en nosotras.... Es el momento para decidir nuestra vida... como y con quien vivirla... Y sin en el trayecto tropezamos con alguien, verdadero, íntegro, con hambre de vida... quien sabe, quizás compartamos pasión y sensibilidad.