Yo no elegí mi depresión: no me juzgues ni me etiquetes.
Entiende que la causa de una depresión está en la forma en que trabaja nuestro cerebro y que sus desencadenantes giran siempre alrededor del ritmo de vida, del estrés, de las responsabilidades, del miedo, la soledad, la incertidumbre…Empatiza con ello, la depresión puede afectarnos también a nosotros.
Apoya a la persona con depresión. Es posible que no desee tomar la medicación, que elija encerrarse en su habitación antes que salir a pasear, no dejes que se quede en la penumbra, no permitas que se convierta en su propia enfermedad.
No juzgues y no responsabilices a la persona si no ves mejoría en unos meses. La depresión requiere tiempo, requiere una adecuada reestructuración personal y cada enfermo es un mundo, cada persona necesita sus estrategias. Ayúdale a encontrar las suyas, aquello que puede devolverle la ilusión. Sé su facilitador/a, sé su guía en esa batalla donde todos juntos se levantarán victoriosos.