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jueves, 11 de julio de 2019

Serás feliz, dijo la vida, pero primero te haré fuerte.

Serás feliz, dijo la vida, pero primero te haré fuerte. Te haré re silente. Te haré renacer. Te ayudaré a sostener los bandazos, a remar contra viento y marea, a aprender y a abrir con suavidad el tesoro de la fortaleza emocional.
Porque yo, la vida, me compongo de buenos y malos momentos, de dificultades y de oportunidades, de momentos especiales, de huellas, de cicatrices, de compañía, de soledad, de ansiedad, de sosiego y de esa sabiduría que reflejamos tras los tropiezos más caóticos.
Y es que cuando examinamos nuestra historia comprendemos que todo aquello que vivimos conforma nuestra personalidad; pues el dolor de las heridas que nos construyen y nos ayuda a aceptar, afrontar y transformarnos en las adversidades.
Porque nunca sabemos lo fuertes que somos hasta que ser fuertes es nuestra única opción. Es en este momento en el que nos vemos obligados a contemplar otras realidades más diversas y menos centradas en nosotros mismos y los deseos.
Las personas más bellas son aquellas que han conocido la derrota, conocido el sufrimiento, conocido la lucha, conocido la pérdida, y han encontrado su forma de salir de las profundidades. Estas personas tienen una apreciación, una sensibilidad y una comprensión de la vida que los llena de compasión, humildad y una profunda inquietud amorosa. La gente bella no surge de la nada”.