Hay un momento preciso en el que algo dentro de ti se rompe.
Algo sutil , aparentemente insignificante, invisible...es ese hilo de telaraña que te ata a las personas y cosas, esos hilos con los que el mundo y las circunstancias envuelven tu forma de actuar.
Lo sientes , hace ruido , como un fracaso , pero nadie aparte de ti lo nota.
Lo sientes , alto , claro , fuerte , brillante.
Y deja de pesarte como una roca.
Te sientes ligera , dispuesta a sonreír a mirar lo que no conoces, a experimentar lo que siempre has observado desde lejos.
Sabes que es el momento correcto , el momento que esperabas.
Aquel en el que nada ni nadie , podrá lastimarte como lo hizo antes.
Tomas lo que viene , si viene, y solo si te apetece, el resto no importa ,
no vas a buscarlo, no lo necesitas , quien no sabe estar cerca de ti , no merece tu presencia.
Así , racionalizando , pensando un poco en ti misma, crees que has perdido algo que lo has dejado atrás ;
es un pensamiento que dura solo un segundo , uno apenas , porque inmediatamente te das cuenta que no has perdido nada.
De hecho fue justo en el momento en que todo se rompió , cuando ganaste.
Ganaste todo.
Te encontraste a ti misma.